E. Gangutia
Actas del VIII Congreso Español de Estudios Clásicos (Madrid, 23-28 de septiembre de 1991), Vol. I, Madrid 1994, pp. 109-113



El volumen III del Diccionario Griego-Español (DGE): presentación y previsiones futuras


1. Introducción

La aparición del III volumen del DGE[1] significa la consagración de la existencia de la obra como algo con continuidad sostenida y real. Significa también que el equipo empieza a ver la salida del túnel a pesar del paso de caracol por el curso del alfabeto, como decía el lexicógrafo Dr. Johnson.

El volumen está formado por tres partes delimitadas:

1) En el prólogo, relativamente breve, pues ya se sentaron las bases teóricas e históricas de toda la obra en el del primer volumen, pueden encontrarse los nombres del director y los colaboradores con un cuadro con los trabajos realizados por cada uno de ellos; recordamos a nuestros reseñantes y a las personas que nos han enviado materiales y observaciones apreciables; hacemos mención del patrimonio de honor de S.M. la reina Dª. Sofía; del premio «Aristotelis» de la Fundación Onassis a nuestra obra. Todo ello nos estimula a proseguir, ahora con mas entusiasmo, una obra que esperamos quedará para la filología futura, a pesar de cualquier posible vicisitud.

2) Nueva edición de las listas de los textos a los que se refiere el Diccionario. Esta nueva edición de las listas era obligada porque en los últimos años ha habido una masa creciente de nuevas ediciones que nos planteaban el tener que ir editando suplementos relativamente breves con cada uno de los volúmenes. Tal como aparece en la cabecera del DGE III constituye un útil filológico valioso por sí mismo, apreciado y utilizado por los estudiosos de todo el mundo.

En dichas listas, además de la corrección de errores y erratas, hay una mejora sensible: no sólo por el aumento de entradas sino de calidad en general. En lo que se refiere a la Lista I de autores y obras, ciertos campos como la literatura cristiana, los autores tardíos y la literatura fragmentaria en general, se han visto muy mejorados; en la Lista II de papiros es particularmente llamativa la eliminación de la mayor parte de los editados en revistas y publicaciones aisladas, que ahora vienen recogidos en grandes colecciones más unitarias y estándard. Con respecto a la lista de inscripciones, Lista III, la importancia de las correcciones e incorporaciones así como el esfuerzo realizado es comparable a lo dicho a propósito de las listas anteriores.

Como pueden imaginar, esta remodelación y perfeccionamiento de las listas trae consigo un gran aumento y renovación del material sobre el que se realiza el diccionario. Ello ha obligado a que una parte importante del tiempo del equipo haya sido destinada a formalizar esta ingente masa de nuevos materiales para su procesamiento y redacción.

A su vez los cambios en estas listas repercuten en la general de abreviaturas, Lista IV, que, lógicamente ha sido sometida a cuidadosa corrección. El incremento, la modificación o la eliminación de entradas en ella es una consecuencia del incremento, modificación o eliminación de entradas en las Listas I, II y III. A esto hay que sumar algunas abreviaturas que la continuación del diccionario en algún momento ha hecho necesarias, así como otras, sobre todo de libros o revistas, que no tendrían cabida en las listas previas pero que ocasionalmente pueden aparecer citadas en el diccionario.

Por último, viene una nueva edición de la lista de signos utilizados (Lista V). En ella se corrigen algunos errores y se subsanan algunas deficiencias de relativa importancia, algunas debidas a la falta de unidad en los criterios utilizados por epigrafistas y papirólogos.

3) El léxico. Pasando ya al cuerpo puramente lexicográfico del Diccionario, este abarca de ἀποκοιτέω a Βασιλεύς. Se acaba por fin la larguísima alfa y nos adentramos decididamente en las otras letras del alfabeto. Abarca de la p. 427 a la 692: El aspecto grueso del volumen, por lo tanto, no se debe solo a la nueva edición de las listas iniciales sino a ofrecer un cuerpo léxico tan voluminoso como el tomo anterior, un 2.5%, por cierto, que el conocido diccionario de Liddell-Scott-Jones.

Una parte importante de la fracción de la letra α comprendida en el volumen ha sido dedicada todavía a los numerosísimos compuestos de ἀπο-. Es una serie poblada de abundante léxico de la patrística y autores tardíos y que abarca nada menos que 70 pp. A continuación encontramos ya un léxico mas diversificado pero topamos con la palabra más larga de las realizadas hasta ahora, αὐτός, que ocupa cuatro páginas del DGE III. Αὐτός arrastra tras de sí 15 páginas de compuestos que comienzan por αὐτ-, en general de léxico filosófico-exegético.

Hay también varias series de lemas cuya redacción significa un barrido previo de toda la literatura griega por el gran volumen de citas de todos los autores y épocas: a título de ejemplo pueden citarse ἀργέω, ἀργός, ἀστήρ, ἄστυ, etc., que han exigido el esfuerzo de varios redactores, o ἀρχε-, ἀρχι-, con vocabulario importante, frecuentemente en relación con instituciones y de material procedente de inscripciones y papiros.

Ya hacia el final de la α reaparece el preverbio ἀπό en 22 páginas de lemas que comienzan con ἀφ-. Para ilustrar solo una parte de lo que ha sido este trabajo, les recomiendo un vistazo a la riqueza de formas dialectales o divergentes de la norma ática en lemas como ἀποτίθημι, ἀφίστημι.

El paso a la letra β, tantos años esperado, reserva sorpresas desde el comienzo; no se trata de una mera continuación del orden alfabético, un seguir redactando palabras: nos encontrábamos frecuentemente con una problemática diferente; por ejemplo, con un número relativamente alto de lemas en los que el comienzo por β es una representación de digamma inicial, lo que exige una compleja red de referencias cruzadas: en el primer lema de la letra β ponemos de relieve este fenómeno. Otra novedad es el aumento de nombres propios, frecuentemente bárbaros, como también de léxico común extranjero y latino helenizado. Quiero llamar la atención sobre esta cuestión de los nombres propios: nuestro diccionario, como ya se ha dicho en otras ocasiones, no aspira en este campo a mantener el mismo nivel de documentación que en el léxico común; sin embargo, por lo menos, introduce unos mínimos criterios de formalización y cronología que son ya un progreso en un ámbito como es el de la onomástica y toponomástica griega, muy olvidado desde un punto de vista global, aunque existan excelentes estudios parciales.

Frente a la escasez de etimologías en la parte de inicial de α que registra este tomo (ya que, como hemos dicho, una parte importante son compuestos) el léxico, tan diversificado, de la β ha dado bastante trabajo a nuestros etimólogos, a cuyo cargo ha estado la aplicación de teorías indoeuropeistas modernas, muchas de ellas desarrolladas en nuestro ámbito, que permiten una visión global de los orígenes de la lengua griega. Como meros ejemplos de lo expuesto recomendamos, volviendo a la α, un vistazo a las etimologías de ἀστήρ o ἄστυ. El fenómeno tiene cierto paralelismo en las referencias al micénico anotadas al final de un artículo cuando está documentado en este dialecto como simple referencia al Diccionario Micénico de Aura Jorro del que ha aparecido en 1993 un segundo volumen.

Por otro lado, la parte de la letra β editada en nuestro tomo contiene algunas de las palabras mas usadas y de significado mas diversificado del léxico griego: se trata de βαίνω o βάλλω. Otras palabras y series densas e interesantes pueden ser βάρβαρος y sus derivados o el penúltimo lema del volumen, βασιλεύς (el último como bien corresponde a esta letra en la que proliferan los n. propios es Βασιλεύς n.pr. en A.R.). Para otros, también muy frecuentes como βαθύς o βαρύς, hemos desarrollado esquemas semánticos novedosos que permiten entender y traducir no solo éstas formas, sino sus derivados y compuestos. Los brillantes esquemas semánticos tienen que estar al servicio práctico de la traducción.


2. La informática

En los últimos años el DGE ha adoptado decisivamente para toda la obra los métodos informáticos, cuyas ventajas hace tiempo habíamos aprovechado en nuestras relaciones con el Thesaurus Linguae Graecae de California o a base de listados que arduamente nos habían impreso en el Centro de Cálculo de la Universidad de Madrid; desde el I volumen hemos utilizado listados hechos por los propias imprentas para corregir los miles de citas que contiene cada volumen. El paso a la gestión informatizada casi integral será decisivo para el volumen siguiente, del que hablaremos luego, pero este proceso ya ha afectado favorablemente al volumen III que nos ocupa ahora.

Hasta ahora, la preparación de un volumen para la imprenta y su edición habían llevado casi tanto tiempo como su redacción. Después de redactarlo hay que hacer varias lecturas cuidadosas para formalizar y unificar un texto de mas de 30.000 citas y en el que han trabajado por lo menos diez redactores; hay que revisar todas esas citas de nuevo e introducir las posibles correcciones en el texto definitivo, teniendo a veces que reescribir artículos enteros; finalmente hay que revisar varias pruebas sucesivas. En un momento dado, visto el nivel que habíamos adquirido en la adaptación informática y los problemas de composición de la obra decidimos pasar casi la mitad de este volumen III ya redactado a ordenador. Con ello ya no fue necesario que la imprenta compusiera esa parte sino que con un simple programa creado al efecto el original revisado se convirtió al formato de imprenta, abreviándose y aligerándose en gran manera el trabajo de corrección de pruebas. Ello ha supuesto un gran ahorro de tiempo y trabajo que ha permitido que este volumen de considerable tamaño se encuentre oportunamente ante Vds.


3. Futuro de la obra

La gestión informática ya ha revolucionado en gran manera el futuro de la obra. Gracias a la creación de varias bases de datos auxiliares se controla la entrada de nuevos autores y obras y los nuevos materiales que consecuentemente se crean. Aprovechamos ya regularmente las posibilidades que ofrecen los CDROM o discos compactos del Thesaurus de California y el Packard Humanities Institute para la redacción de los sucesivos volúmenes. Asimismo existe actualmente un proyecto paralelo con vistas a una futura reedición corregida y aumentada de los volúmenes I y II. Se ha introducido ya mediante un programa e Reconocimiento Optico de Caracteres el volumen I y parte del II. En sucesivas fases del proyecto se revisará le contenido del original. De ello se ocupa específicamente una parte del grupo de trabajo, gracias a la ayuda económica de la Comunidad Autónoma de Madrid.

Actualmente el Diccionario se escribe totalmente con ordenador[2], lo que ha hecho que esté ya redactado y enviado a la imprenta el volumen IV que va de βασιλευτός a δαίμων. Se está trabajando en el V que abarcará desde δαίνυμι hasta el final de la δ o tal vez iniciará la ε, marcándonos como tope ideal ἐαρινός.

El final de la delta significará algo mas de la cuarta parte de toda la obra, lo cual en un proyecto de tal envergadura es esperanzador comparándolo con otros. Pensamos que se pueden mantener más o menos los plazos que dimos hace 10 años: primeros lustros del año 2000. Estos cálculos, optimistas entonces, se ven hoy más factibles gracias a la informática.


Notas

[1]
Redactado bajo la dirección de F.R. Adrados por los miembros del CSIC E. Gangutia, D. Lara, C. Serrano, P. Bádenas, J. López Facal, J. Rodríguez Somolinos y otros Doctores y Licenciados en Filología Clásica, Catedráticos y Profesores en Universidades e Institutos o bien Becarios del CSIC, así como por otros colaboradores y contando con el asesoramiento informático de I. Alvarez, Madrid, CSIC, 1991. La obra ha sido financiada por la DGICYT. (vuelta al texto)
 
[2]
V. J.Rodríguez Somolinos I. Alvarez, «Informática y lexicografía: la experiencia del Diccionario Griego-Español», Emerita 59, 1991, pp.81-89. V. también J. Rodríguez Somolinos, «La lexicografía griega en los últimos años», Estudios Clásicos 33, 1991, pp.83-118. (vuelta al texto)

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