F.R. Adrados - D. Lara
Atti del II Seminario Internazionale di Studi sui Lessici Tecnici Greci e Latini, Mesina, Edizioni Scientifiche Italiane, 1998, pp.13-26



El Vocabulario técnico en el Diccionario Griego-Español


1. Consideraciones generales

Queremos dar una idea del tratamiento del vocabulario técnico en nuestro Diccionario Griego-Español (DGE), cuyo volumen IV, hasta δαίμων, apareció en 1994; esperamos que el V, que abarca la mayor parte de la letra delta, aparezca en el próximo año 1996.

Empleamos la expresión "vocabulario técnico" en un sentido muy amplio, renunciando a introducir distinciones, como se hace a veces, con el vocabulario científico. En realidad, nos referimos a todo el vocabulario especializado, con sus características de monosemia, carencia de ambigüedad y adaptación semántica al contexto, así como de organización en series regulares.

Amplía
, en realidad, el concepto de taxonomía, que suele aplicarse a las nomenclatura de las Ciencias Naturales. En un artículo publicado por uno de nosotros y titulado La lengua en la Ciencia contemporánea y en la Filosofía actual[1] se detallan esas características. Pero tampoco se puede admitir, como quiere E. Coseriu[2], que este vocabulario refleja una objetividad, una descripción realista del objeto. Hay siempre una construcción, una imagen en definitiva subjetiva: las taxonomías y el lenguaje científico acaban por evolucionar, por obra de nuevas interpretaciones[3].

En todo caso, la lengua nos da la primera imagen del mundo y las primeras taxonomías, por imperfectas que sean. Y en Griego es donde nació el lenguaje científico y técnico: lo que en otras lenguas fue, fundamentalmente, un préstamo del griego o un calco del mismo o una imitación de sus procedimientos, aquí surgió de la propia lengua. Es apasionante ver cómo de la lengua natural surgió, por progresivas especializaciones, la lengua científica y técnica.

Querríamos presentar aquí sintéticamente, dando una teoría general y algunos ejemplos, cómo tuvo lugar este proceso. Y cómo el resultado del mismo es recogido en nuestro Diccionario.

Conviene definir el objeto de nuestro estudio. Los artículos del Diccionario o bien ciertas acepciones dentro de los mismos, incluyen, en ocasiones, indicaciones sobre su lugar dentro de la lengua griega en su conjunto: en cuanto a cronología, geografía, niveles, función gramatical, etc. Todo esto lo dejamos aquí de lado. Una serie de abreviaturas dan, en efecto, noticia sobre gramática, semántica, estilo, figuras de dicción, frecuencia, fecha, dialecto, tipo de documento, uso (poético, bíblico, figurado, posthomérico, mítico, popular, etc.) de las palabras, sobre su carácter de topónimos, étnicos, onomásticos, etc. Todo esto lo dejamos aquí de lado.

En cambio, vamos a ocuparnos de la asignación de las palabras recogidas en nuestros artículos (o de acepciones de las mismas) a diferentes campos del conocimiento, la Ciencia o la Técnica. En la medida en que esto se registra mediante abreviaturas, son las que siguen:

En la Lista IV del vol. III: agr. (agricultura), alquim. (alquimia), anat. (anatomía), arq. (arquitectura), astr. (astronomía), astrol. (astrología), bot. (botánica), cien. (ciencia), crist. (cristiano), econ. (economía), entom. (entomología), estrat. (estrategia), fil. (filosofía), filol. (filología), fís. (física), fon. (fonética), geog. (geografía), geol. (geología), gram. (gramática), hist. (historia), ict. (ictiología), jur. (jurídico), lóg. (lógica), mar. (marinero), mat. (matemáticas), mec. (mecánica), medic. (medicina), milit. (militar), miner. (mineralogía), mús. (música), náut. (náutica), orn. (ornitología), prec. (preceptiva), prosod. (prosodia), relig. (religión), ret. (retórica), rítm. (rítmica), semánt. (semántica), teol. (teología), vet. (veterinaria), zool. (zoología). El vol. IV añade: admin. (administración), metrol. (metrología), polít. (política), táct. (táctica).

Naturalmente, la relación puede criticarse desde diversos puntos de vista, porque en ella falten o sobren cosas o haya solapamientos. Pero recoge lo más esencial, pienso. Añádase que, como se verá más abajo, no siempre se considera preciso introducir estas abreviaturas: o bien por innecesarias o bien porque se sustituyen por perífrasis ("en el lenguaje administrativo", "en el pitagorismo", "ref. a la forma", etc.)

Pero vamos a volver atrás y a hablar del origen del lenguaje técnico-científico en el natural y de la relación de ambos; premisa necesaria para justificar el tratamiento de uno y otro dentro del Diccionario, con frecuencia dentro de los mismos artículos.

En
un estudio anterior, una ponencia presentada al Congreso de la Federación Internacional de Asociaciones de Estudios Clásicos celebrado en Québec en Agosto-Septiembre de 1994[4], pensamos que quedaron claras algunas características del léxico técnico-científico del Griego.

Ciertas palabras usuales en la lengua común tomaron significados especializados: tales φύσις, γένεσις, κόσμος, ἀιών, δέμας, etc.; posteriormente, otras palabras como ψυχή, καλός, ἀγαθός sufrieron especializaciones semejantes. Hay que decir que esas especializaciones con frecuencia son diferentes en los diferentes pensadores. Por ejemplo, Parménides rechaza φρονεῖν, tan importante en Heráclito, e identifica νοεῖν y εἶναι, mientras que Empédocles coloca en el mismo nivel φρόνησις y νόημα. De todas maneras y en términos generales, desde el siglo IV a.C. funciona un sistema, válido hasta nuestro días, que opone cuerpo / alma, materia / espíritu, vida / muerte, etc.

Este es el primer procedimiento: una palabra se especializa, en ciertas circunstancias y contextos, con un sentido especial: aquí el problema para un diccionario será el de saber cuándo funciona el significado común y cuándo el especializado.

El segundo procedimiento es otro: derivar nuevos términos por medio de la composición y sufijación, con el resultado, muchas veces, de aumentar la frecuencia de ciertos sufijos (-ικός es el más conocido) y ciertos elementos de composición como -. Así se creó, por ejemplo, el ἄπειρον de Anaximandro a partir de ἄπειρος, ἀπείρων; y se creó multitud de derivados y compuestos desconocidos de la lengua natural y usados sólo en la técnico-científica.

Esta
lengua, como queda dicho, tendió a crear sistemas regulares y simétricos en los que a un verbo responden un nombre o varios nombres (abstractos, de agente, pasivos ...) y uno o varios adjetivos. Naturalmente, puede haber lagunas e irregularidades en estos sistemas. Pero en definitiva están próximos a los del lenguaje intelectual y científico de nuestras lenguas, donde el vocabulario intelectual y científico de los griegos sigue viviendo y proliferando[5].

A partir de aquí, vamos a presentar algunos de los problemas de este vocabulario en griego:

1. Es problemática, con frecuencia, la distinción entre el uso común y el especializado. Los autores antiguos juegan, a veces, con esta ambigüedad, dando interpretaciones muy personales del uso común. Esto sobre todo en el caso de los filósofos.

2. Las taxonomías son imprecisas. Un término griego puede tener usos de bót. y de ict., de bót. y zoól., etc.; o englobar lo que en español son varias especiales vegetales (caso de δρῦς) o animales. Por otra parte, evolucionan, hay que prestar a esto especial atención.

3. Con demasiada frecuencia, hay falta de datos que nos procuren una identificación precisa: piénsese, por ejemplo, en los inventarios de objetos en papiros e inscripciones y en las dificultades de los términos de botánica, zoología, administración, economía, arquitectura, etc. O en la duda de si términos atribuidos a los presocráticos son de éstos o de nuestras fuentes. Es imprescindible el uso de la bibliografía especializada (léxicos, estudios, ediciones comentadas, etc.) y es imprescindible contar con personal especializado. Los índices e incluso las concordancias ayudan, pero no lo suficiente.

Al llegar aquí, no podemos por menos de hacer notar que la lexicografía griega, pese a sus avances, está en ciertos aspectos en un estado más bien embrionario. Es cierto que el diccionario de Liddell-Scott-Jones representó un avance en el terreno que nos ocupa: en su prólogo, p. VII ss., detalla sus importantes aportaciones, fue realmente un paso adelante.

De entonces hasta aquí ha habido progreso, pero no tanto como desearíamos. Nosotros contamos con la obra de Pilar Boned, colaboradora nuestra, cuya obra Bibliografía de la Lexicografía griega pensamos publicar como Anejo a nuestro DGE. Contiene una relación completa de los nuevos Indices, Concordancias y Léxicos publicados después de la obra de Harald y Blenda Riesenfeld, de 1954: su Repertorium Lexicographicum Graecum. A Catalogue of Indexes and dictionaries to Greek authors. Recoge:

a) Indices, Concordancias y Léxicos posteriores a dicha obra (o no incluídos en ella, por la razón que sea).
b) Obras sobre lexicografía griega: campos semánticos, campos especializados (botánica, ictiología, arquitectura, marina, administración, casa, vestido, cerámica, etc. etc.).
c) Trabajos sobre palabras aisladas, publicados así o dentro de las obras complexivas.

Todo esto ha sido y es importante para nosotros y para cualquiera que trabaje en Lexicografía griega; daremos detalles en la segunda parte de este trabajo. Pero queremos dejar constancia de que los Indices, que son los que más han proliferado, ayudan a la exhaustividad, pero no a la interpretación del sentido. Las Concordancias (las publicadas y las que pueden obtenerse del CDROM de Irvine, California) ayudan algo más, pero no todo lo necesario. Y Léxicos han sido publicados realmente muy pocos.

Es
realmente ilustrativa la tabla que ofrece nuestra autora[6] de los Indices, Léxicos y Concordancias de cada autor: los más no tienen Léxico (por ej.: Arato, Aristeas, Arístides Quintiliano, Aristóteles, Aristóxeno, el Corpus Hermeticum, Demóstenes, Dión Casio, Dión Crisóstomo, Dionisio Tracio, Gregorio Nacianzeno, Gregorio Niseno, Hipócrates, Josefo, Isócrates, Libanio, Luciano, Lisias, Manetón, Marco Aurelio, Opiano (ninguno de los dos), Sexto Empírico, Sinesio, Vettius Valens, el Antiguo Testamento. Puede suceder que haya Léxico de alguna de las obras (así para Aristóteles) o concordancia (así para el Corpus Hermeticum, los dos Gregorios, Hipócrates, Josefo, Libanio). Hay, eso sí, muchos Indices parciales, de tal o cual obra, algunos completos, los más selectivos. Material repetitivo (aunque se mejoran las ediciones).

En fin, sólo la literatura de época clásica está estudiada lexicográficamente de una manera más o menos completa; para la posterior (más importante para el vocabulario técnico) se ha progresado, pero no lo suficiente. Y sigue habiendo autores muy difíciles, como Vettius Valens, los alquimistas, muchos médicos, Dioscórides, los neoplatónicos, etc. que ofrecen con frecuencia graves problemas lexicográficos. Igual en el caso de los cristianos: el Léxico de Lampe es importante, pero no suficiente, está demasiado volcado a lo teológico. Y de las inscripciones y papiros en general.

Claro está que podemos acudir a la bibliografía especializada, bien obras complexivas bien estudios sobre palabras, a que hemos hecho referencia. Y, por supuesto, a las traducciones y comentarios. Pero la investigación del léxico técnico-científico griego sigue siendo un problema que hay que resolver o intentar resolver, muchas veces, caso por caso.

El estudio que llevamos a cabo nos permite, pensamos, avanzar en muchas ocasiones, en lo que a este tipo de vocabulario respecta, más allá de Liddell-Scott-Jones. Hasta qué punto, eso lo dirán los estudiosos de cada campo y los lectores.

En lo que sí quisiéramos detenernos un momento, antes de pasar a ejemplificar lo que puede hacerse en unos cuantos campos que pondremos como ejemplo, es en el problema de cómo se organiza este léxico, en nuestro DGE, dentro del conjunto del léxico griego. Naturalmente, uno es el caso de las palabras que son solamente técnicas o científicas, otro el de aquéllas cuyas acepciones son, unas, propias de la lengua natural, y otras del léxico especializado; aunque ya hemos hechos notar la existencia de transiciones.

Realmente
, para que se comprendan nuestras posiciones habría que exponer cómo es la organización de nuestros artículos: tema demasiado amplio como para tratarlo aquí y sobre el que remito ya a los prólogos de los distintos volúmenes del DGE, ya a varios artículos que hemos publicado[7].

Los artículos del Diccionario Griego-español tienen una estructura ramificada organizada en función de la lengua de salida, el español. La intención es indicar siempre las circunstancias sintagmáticas (contexto extralingüístico, general, gramatical, lexical, etc.) y, cuando es posible, el contexto opositivo que se reflejan en un sentido especial de una palabra: bien en la jerarquía superior (letras mayúsculas, números romanos), bien en la inferior (números árabes).

En definitiva, la abreviatura que indica la ciencia o técnica a que se refiere un sentido de una palabra no es sino una indicación de un determinado contexto. Por eso aparece en alguna acepciones, mientras que otras ofrecen datos muy diversos, en realidad equivalentes a abreviaturas existentes o posibles: "con valor numeral", "como verbo de mov.", "en contexto bélico", "con sentido peyorativo", "ref. al certamen", "ref. a la forma". Esto por hablar de contextos amplios, a veces extralingüísticos, y prescindiendo de los gramaticales y demás.

Con mucha frecuencia sólo se introduce la abreviatura específica (o una perífrasis equivalente) allí donde es estrictamente necesaria. Por ejemplo, en βασιλικός B subst., no se da abreviatura en I ὁ βασιλικός ni II ἡ βασιλική (son funcionario real y la realeza, respectivamente), pero sí a III arq., IV admin. y V cien. (dividido en 1 orn., 2 medic., 3 bot. y 4 astr.)

Resultaría un tanto pedante introducir estas abreviaturas allí donde no es preciso: por ej., en la acepción político-social de οἱ βέλτιστοι; en γραφεῖον I, nombre de diversos instrumentos. Pero en otras acepciones de esta última palabra hay usos que requieren las abreviaturas relativas a la admin. o a la medic. Igual en βεβαίωσις 1 confirmación (pero 2 es jur., 3 gram.)

A veces, ya he dicho, hay transiciones de los usos normales a los específicos, así por ejemplo en βίος y βίοτος, dentro de la cala que he hecho en el vol IV. Es notable también, en este mismo vol., la existencia dentro de, por ejemplo, la acepción bot., de más de una referencia: evidentemente, los griegos no distinguían, por ejemplo, entre las diversas plantas, tres, englobadas en βλήχων.

Hay que notar que, aunque he dicho que no íbamos a ocuparnos aquí de niveles de lengua, dialectos, etc., es clarísimo que están en conexión muchas veces con sentidos especializados. Por ejemplo, sólo en la literatura cristiana puede ser βῆμα estrado, tarima para el altar mayor. Sólo en estos casos específicos damos la referencia concreta; en otros βῆμα es tribuna o tribunal.

Aunque trato de explicar nuestra posición en el estudio del material y en su incorporación en el DGE, no excluyo que pudiera exigírsenos un mayor sistematismo en la introducción de abreviaturas que indican el lenguaje especializado. Pero un sistematismo total quizá sea inadecuado allí donde es innecesario para comprender la organización de los artículos. Es este un problema general de los diccionarios, lo encuentro también en otro en el que colaboro, el DRAE o Diccionario de la Real Academia Española.

Todo esto no es sino un planteamiento general. A partir de aquí, vamos a dar algunos detalles sobre el tratamiento del léxico de algunos dominios científicos o técnicos concretos.

2. Sobre el léxico de algunas ciencias

Tras hablar de los principios generales, vamos a dar algunos ejemplos de la bibliografía en varios campos científicos y de nuestro tratamiento de su terminología. Los ejemplos que pondremos serán del fascículo quinto, de δαίνυμι a διώνυχος, que está en preparación para la imprenta.

En general el área tradicionalmente más atendida por la lexicografía ha sido la de las Ciencias naturales para la que contamos con léxicos de nombres de plantas, peces, aves, insectos. El propio DGE tiene un redactor especializado en este vocabulario.

2.1 En
cuanto a la bibliografía botánica, sin pasar por alto los clásicos estudios de Langkavel[8], Strömberg[9], André[10] o Carnoy[11], nuestro redactor utiliza los más recientes Medicinal plants of Greece, de G. Skifas, Atenas 1979, o Trees and Shrubs of Greece, del mismo autor, Atenas 1978, el Lexique du vocabulaire botanique d' Hippocrate, de Monique Moisan, Université Laval, Québec 1990, y las Actas del coloquio internacional Les phytonymes grecs et latins, Niza (mayo 1992), Université de Nice - Sophia Antipolis 1993. Además de ello cuenta con los volúmenes III y IV de la Flora Ibérica publicación del Real Jardín Botánico, C.S.I.C., Madrid 1993, y los Archivos de Flora Iberica, Real Jardín Botánico, también del C.S.I.C., en cinco vols., Madrid 1991-1992.

Creemos que este campo lo hemos renovado bastante a fondo. Nuestros artículos llevan, siempre que se puede, el nombre de la planta en español más el nombre científico y la indicación, en abreviatura, del botánico que lo dió. Así, podríamos dar como ejemplos las palabras: δακρύδιον, artículo en el que en LSJ se dice: dim. de δάκρυ = σκαμμωνία, el DGE dice: bot. 1 otro n. de la σκαμμωνία escamonea, Convolvulus scammonia L., 2 jugo de la escamonea. El artículo δάκρυον en LSJ no tiene un apartado especial para la botánica: tiene un número 2 para el significado de savia dando como contexto los genitivos de las plantas o árboles a que se refiere, τῆς ἀκάνθης, κρομμύου, τῶν δένδρων, ἀμπέλου; en δάκρυον κάμωνος dice = σκαμμωνία, y añade `of the bulbils of κρίνον. El DGE hace un apartado especial para los usos botánicos, iniciado por la abreviatura `bot.' con cuatro subapartados en los que distingue 1 savia, 2 bulbito del lirio 3 δάκρυον κάμωνος escamonea, Convolvulus scammonia L., y 4 δάκρυον Ἥρας lágrima de Hera otro n. del περιστέριον pie de lobo, Lycopus europaeus L. Para el artículo δακτυλίς en el que LSJ dice `nombre de un tipo de uva', el DGE añade el apartado 3 bot. ἀριστολοχία δακτυλίς aristoloquia larga, Aristolochia longa L. En el artículo δίγλωσσος LSJ no contempla ningún uso botánico mientras que el DGE añade con un número II 2 neutr. τὸ δίγλωσσον bot. laurel alejandrino, Ruscus hypophyllus L. en Pseudo Apuleyo De herbis 58.7. En el adjetivo δίδυμος el DGE tiene un uso substantivado botánico con el nombre del díctamo, Origanum dictamnus L.

2.2 En
el campo de la zoología se han hecho muchos menos estudios útiles a la lexicografía. Naturalmente el DGE ha despojado los antiguos Glosarios de D' Arcy Thompson sobre Aves y Peces[12], de los años 30 y 40, así como el léxico de F. Robert Les noms des oisseaux en grec ancien. Etude sémantique, Neuchatel 1911. Para los insectos utilizamos un léxico en español, Nombres de insectos en griego antiguo de L. Gil, Madrid 1959, que supone una buena ayuda, así como los más recientes de M. Davies Greek insects, Londres 1986 y I.C. Beavis Insects and others Invertebrates in Classical Antiquity, Oxford 1988. No obstante, contamos en nuestros ficheros con bibliografía de artículos que, en líneas generales, suelen estar dedicados a la identificación de tal o cual animal o a la revisión de traducciones dadas por LSJ. Además, el Centre de Récherches comparatives sur les langues de la Mediterranée anciénne de la Universidad de Niza tiene ya alguna aportación que utilizamos, como es la de F. Skoda «Contribution a l'étude du lexique animal en grec ancien», publicada en LAMA 2, 1974, pp. 206-316 y LAMA 6, 1980, pp. 439-454.

Al igual que en el caso anterior, damos el nombre científico, siempre que podemos, e introducimos una cierta renovación. Así, en el artículo δασύπους en la acepción número 2 donde LSJ dicen rabbit, Lepus cuniculus el DGE rectifica el nombre científico en Oryctolagus cuniculus. El artículo δεδώνη, -ης, orn. corneja en Cyranides 3.22.2 no está recogido por LSJ. Tampoco lo está δακτυλεύς, ict. múgil, mújol, que se encuentra en Euthydemus autor citado en Ath.307b. Bien es verdad que en este campo de la zoología no se ha avanzado tanto como en el de las plantas y todavía, al igual que LSJ, con mucha frecuencia tenemos que decir: `nombre de cierto pez', o `pájaro no identificado'. Así, δελκανός, -οῦ, ; ict., cierto pez de río o δακνίς, -ίδος, orn. mordedor nombre de cierto pájaro, Hsch. sin que se pueda especificar más.

2.3 Fuera ya de las ciencias naturales, la terminología de la geometría tiene un buen léxico, el Dictionnaire historique de la terminologie géométrique des grecs, de Ch. Mugler, París 1958. Pretende ser una visión de conjunto de la lengua de los geómetras y de su evolución desde los presocráticos hasta nuestra era. Organiza los artículos tomando como punto de referencia a Euclides para la determinación del grado de especialización de los términos. Dado que la intención de Euclides, dice el autor en su Introducción al léxico, al escribir sus Elementos, fue la de exponer la totalidad del saber geométrico, éstos marcan una etapa de importancia particular en la formación de la lengua geométrica y en su tradición. La documentación es abundante y en el DGE utilizamos constantemente esta obra para esa terminología. El buen estudio de T.L. Heath, A History of Greek mathematics, Oxford 1921, al no tener un índice de palabras utilizadas, nos es menos útil para nuestro trabajo. Además recurrimos a otra bibliografía especializada. Todo ello nos ha sido de mucha ayuda concretamente en el V fascículo, ya redactado, que comprende la preposición διά y todos sus compuestos que tanto vocabulario de la geometría proporcionan. Así, διάγω trazar una línea, διαγώνιος la diagonal, la familia de διαιρέω con sus varios usos en geometría, o διάμετρος la diagonal, la hipotenusa o el diámetro, etc.

2.4 El vocabulario de la medicina, contrariamente a lo que se podría pensar dada la larga tradición lexicográfica que tiene este campo, carece de un buen léxico que lo recoja de una manera específica. Hay estudios parciales que cubren aspectos mínimos de esta terminología. A las dificultades que, de por sí, ofrecen los vocablos médicos (con problemas de interpretación, de evolución de las acepciones, de anacronismos, etc.), se añade el que todavía haya muchas obras tanto del Corpus Hippocraticum como de Galeno sin buena edición y muchas de las de este último, así como de otros médicos griegos sin traducción a lenguas modernas. De la mayoría de ellos tampoco existen comentarios. El panorama no es muy halagüeño, a pesar que de que, en nuestra opinión, es un vocabulario bien estudiado por LSJ.

Utilizamos el trabajo de N.V. Brock, Récherches sur le vocabulaire médical du grec ancien, París 1961, que estudia la génesis y evolución de los términos relativos a la salud, la curación y la atención médica, pero sin particular atención a tecnicismos. El de F. Skoda, Médecine ancienne et métaphore. Le vocabulaire de l' anatomie et de la pathologie en grec ancien, París 1988, es un estudio de denominaciones de partes del cuerpo y de enfermedades cuya formación se explica por una metáfora. Es, por lo tanto, muy parcial. De reciente aparición es el Dictionary of medical terms in Galen de R.J. Dürling, Leiden-Nueva York 1993, que, salvo como índice de palabras, no aporta nada nuevo pues sus traducciones son las que da el Diccionario LSJ, sin que se haya hecho un estudio en profundidad del vocabulario médico de Galeno. Por último mencionaremos los Studi di Lessicologia medica antica ed. S. Boscherini, Bolonia 1993, que recoge algunos artículos dedicados a terminología médica, esencialmente de autores latinos. Utilizamos mucha otra bibliografía especializada, pues existen numerosos artículos de revistas con estudios de términos médicos.

Pero en definitiva, nos vemos obligados a ir directamente a los textos y a sus traducciones y comentarios cuando los tienen. Disponemos de varios Diccionarios terminológicos de la Ciencia médica en los que nos apoyamos, especialmente para las palabras de la anatomía, no así para la fisiología o la patología. Ya hemos mencionado que uno de los peligros con este vocabulario es el de caer en anacronismos (a lo que nos llevaría el que el lenguaje médico actual es de los que más utiliza la nomenclatura griega) o el de no reflejar las distintas acepciones de una misma palabra derivadas de nuevos descubrimientos. ¿Cómo traducir la palabra griega ἀρτηρία pura y simplemente por `arteria' en el Corpus Hippocraticum, en el que todavía no se distinguían arterias de venas, pudiendo su significado ser `tráquea'? Los ejemplos podrían multiplicarse.

Otro de los problemas que se nos plantean es el de saber cuándo una palabra es ya un tecnicismo y se la debe etiquetar con la abreviatura `medic.'. En este sentido hay ocasiones en que quizá el DGE peque de poco riguroso en la utilización de esa etiqueta. Pero ello es en beneficio de una mejor contextualización de la palabra griega y de su mejor comprensión. Así, en el verbo δάκνω, en su apartado del sentido morder, se dice `medic.' cuando es el dolor el que muerde y la palabra es utilizada en un texto médico; y se abre un apartado también precedido de esa etiqueta para el sentido irritar, siendo así que sólo se encuentra en citas del Corpus Hippocraticum y no vuelve a ser utilizado por la medicina posterior. En cambio, el derivado δακνώδης sí es claramente un tecnicismo con el significado de mordiente, doloroso, utilizado exclusivamente en medicina.

2.5 Un vocabulario que está siendo en la actualidad bien estudiado es el de la arquitectura. En primer lugar contamos con el Dictionnaire métodique de l' Architecture grecque et romaine vols. I y II de R. Ginouvés et R. Martin, Roma 1985 y 1992. El vol. I está dedicado a materiales y técnicas de construcción y ornamentación y el II a los elementos constructivos. Aunque no da citas, el diccionario es útil porque da equivalencias en latín y griego antiguo de los vocablos de entrada que se dan en francés, con traducciones a otras lenguas modernas. De mucha mayor utilidad, a pesar de sus lagunas y sus deficiencias en las citas epigráficas, es el ΛΕΞΙΚΟΝ ΑΡΧΑΙΩΝ ΑΡΧΙΤΕΚΤΟΝΙΚΩΝ ΟΡΩΝ de A.K. Orlandos e I.N. Travlos, Atenas 1986. Este léxico, viene lematizado por el griego antiguo; a los lemas se añade no una traducción sino una explicación de la palabra, en griego moderno, que va seguida de citas de los autores, obras, inscripciones o papiros más un contexto. Más reciente y mucho más riguroso es el libro Récherches sur le vocabulaire de l' Architecture grecque, d' apres les Inscriptions de Délos de M.C. Hellmann, París 1992, que es un muy buen léxico a pesar de ser tan parcial por su limitación a un Corpus de inscripciones.

Como ejemplo de innovación con relación al LSJ está la palabra δεξαμενή, que en arquitectura adopta, en el sintagma τὴν θείαν δεξαμενήν, el significado de baptisterio en una basílica. Otra novedad es el apartado número 2 de nuestro artículo δέσις, que va encabezado por la abreviatura `arq.' y traducido por trabazón, ensamblaje.

2.6 Para la difícil terminología de la retórica echamos mucho de menos un buen léxico actualizado. Para paliar esa carencia, aun nos servimos del antiquísimo Lexicon technologiae graecorum rhetoricae de 1795 [1962] hecho por I.Ch.Th. Ernesti. Más moderno, pero parcial, es el Vocabulaire grec de la terminologie rhétorique dans l'Institution Oratoire de J. Cousin, París 1936. Tiene orden alfabético y explicación en francés de los distintos términos griegos que se encuentran en Quintiliano; añade una traducción latina y citas de autores griegos. También son para nosotros una gran ayuda, en primer lugar, el léxico general, con traducción al francés, que se adjunta a la edición de las obras retóricas de Dionisio de Halicarnaso: Denys d' Halicarnasse, ed. por G. Aujac, París (LesBL) 1992, vol. V, pp. 185 y ss. y, en segundo lugar, el glosario de la terminología técnica que se incluye en el estudio de J. van Wyk Cronjé, Dionysius of Halicarnassus: De Demosthene. A critical Appraisal of the Status Quaestionis, Zurich, Nueva York 1986. Como ejemplo de nuestra aportación está el uso en ret. del verbo δεινόω con el significado de reforzar, aportar vehemencia a la dicción, y la nueva acepción dada a δείνωσις con el sentido de poder oratorio, capacidad expresiva.

2.7 Con
respecto a la gramática, el Diccionario de terminología gramatical griega de V. Bécares[13] no nos evita el acudir a traducciones y comentarios modernos de la antigua gramática. Aquí señalamos como novedad, respecto a LSJ el que nuestro artículo διαζεύγνυμι abre un apartado para usos gramaticales que vienen precedidos de la etiqueta `gram.' con el sentido de estar en disyuntiva.

2.8 De una manera muy breve nos referiremos a otras áreas que no cuentan con léxicos ni diccionarios que se ocupen de sus vocabularios. Para su estudio recurrimos a obras de conjunto, no específicamente lexicográficas, y a artículos de revistas que nos son de gran ayuda. Así, para la música nos asesoramos con los libros: Denkmäler altgriechischer Musik, de E. Pöhlmann, Nürenberg 1970, The music of ancient Greece de S. Michaelides, Londres 1978, o La musique grecque antique de J. Chailley, París 1979, entre otros. En ellos encontramos posibilidades no sólo de mejorar lo ya existente sino de cubrir lagunas halladas en los diccionarios. Como ejemplo damos el apartado II 5 de nuestro artículo διάγραμμα en el cual diferimos de LSJ que traduce por escala, mientras que según nuestra información el sentido es el de sistema de notación musical, equivalente a la tablatura. Nuestra documentación de esa palabra con este sentido musical duplica la de LSJ que no recogía autores y obras de música como Aristóxeno, Arístides Quintiliano o el Anónimo Bellermaniano.

Para la astronomía tampoco existe un léxico. La obra ya clásica de Bouché-Leclercq, L'Astrologie grecque, París 1899 [1979], nos ayuda pero en muy pequeña medida. También utilizamos el libro Early greek Astronomy to Aristotle de D.R.Dicks, Bristol 1970, el cual, como su propio nombre indica, no nos resuelve los difíciles textos de autores y obras posteriores, como Ptolomeo, Vettius Valens o los Catálogos de los códices astrológicos, que están prácticamente sin traducir. No obstante, pensamos que en este campo nuestro DGE aporta algunas novedades. Por ejemplo, el artículo δίνευμα lo presentamos como de uso técnico en astronomía por su significado de rotación de los astros. Y al neutro plural, δινωτά, del adjetivo δινωτός, lo damos como término de la astronomía en su significado de los círculos, referido a los trópicos, con un ejemplo de Arato no señalado por LSJ.

2.8 Y para terminar, hablaremos muy someramente de los vocabularios de áreas menores que representan actividades quizá no propiamente técnicas, pero que sí pueden catalogarse como especiales. En cualquier caso, para el DGE nos son importantísimas porque resuelven muchas dificultades de términos de realia. Un buen estudio es el de E. Battaglia Ἄρτος. Il lessico della panificazione nei papiri greci, Milán 1989, estudio lexical y lingüístico que utilizamos para todo lo que se refiere a la elaboración del pan (harina, grano, pan, dulces, etc.). También referido sólo a los papiros es el libro de G. Husson, Οἰκία. Le vocabulaire de la maison privée en Egypte d' aprés les papyrus grecs, París 1983. Esta interesante obra estudia todo aquello que tiene que ver con la casa: sus diferentes partes, habitaciones, materiales de construcción, equipamiento exterior e interior, etc. Los términos se presentan en orden alfabético, aunque en realidad su estudio rebasa el mero análisis lexicográfico. Otro campo que podemos dar como ejemplo es el del vestido: citamos el Essai sur le costume grec de G. Losfeld, París 1992, con un amplio índice de términos y expresiones relativas al vestido y a los oficios relacionados con la vestimenta.

Ni que decir tiene el interés que han despertado en la lexicografía general los coloquios sobre los léxicos técnicos griegos y latinos llevados a cabo en Mesina. Ya están dando buenos frutos los grupos formados en Pisa y Mesina. En concreto, nos referimos al Lexicon vasorum graecorum de G. Gulleta, vol. I, publicado en Pisa 1992. Es un magnífico trabajo lexicográfico con mucha documentación tanto de autores y léxicos antiguos como de bibliografía moderna. Esperamos que el proyecto siga avanzando con iguales resultados. Para finalizar, también hemos de mencionar el reciente léxico sobre la moneda, que no hemos tenido ocasión de manejar para nuestro V fascículo, el Dalla premonetta alla moneta: lessico monetale greco tra semantica e ideologia, de las Doctoras M. Caccamo Caltabiano y P. Radici Colace, publicado en Studi e Testi di storia antica, Pisa 1992. El DGE espera utilizarlo para el sexto fascículo que está en fase de redacción.

En suma: intentamos, con ayuda de todo esto, más bibliografía sobre campos semánticos y palabras, ediciones comentadas y el estudio de los textos, avanzar en la medida de lo posible en estos campos del vocabulario griego. Pensamos que, sin negar que LSJ representó en su día un avance considerable en esta área, el DGE ha logrado aportaciones importantes, sea con ayuda de la bibliografía moderna, sea mediante el estudio directo de los textos y la consulta con los especialistas de cada materia.


Notas

[1]
F. R. Adrados en Revista de la Sociedad española de Lingüística 3, 1973, pp. 297-321, recogido en Estudios de Semántica y Sintaxis, Barcelona 1975, pp. 43-67. (vuelta al texto)
 
[2]
E. Coseriu, «Structure lexicale et enseignement du vocabulaire», en Les théories linguistiques et leurs applications, Nancy 1967, pp.9-51. (vuelta al texto)
 
[3]
Cf. F. R.Adrados, «La lengua científica, instrumento y obstáculo: ejemplos del campo de la Lingüística», en Wissenschaftssprache und Gesellschaft (ed. Theo Bungarten), Hamburgo 1986, pp. 13-21 (recogido en Nuevos Estudios de Lingüística General y Teoría Literaria, Barcelona 1988, pp. 46-52). (vuelta al texto)
 
[4]
F. R. Adrados, «Human Vocabulary and Naturalist Vocabulary in the Presocratics», Glotta 72, 1995, pp.182-195. (vuelta al texto)
 
[5]
Los griegos fueron también los primeros que prestaron atención al estudio del vocabulario científico, cf. D. Lara, «La Lexicografía y el vocabulario técnico griegos», Tempus 6, 1994, p. 6. (vuelta al texto)
 
[6]
Op. cit., I, pp. 226 ss. del original. (vuelta al texto)
 
[7]
Cf. por ej. F.R. Adrados, «The Greek-Spanish Dictionary and Lexicographical Science», Lexicographica 2, 1986, pp. 8-32; F.R. Adrados y J. Rodríguez Somolinos, «The TLG Data Bank, the DGE and Greek Lexicography», Emerita 62, 1994, pp. 241-251. Más datos en el Prólogo al vol. IV del DGE, Madrid 1994. Y el artículo de F.R. Adrados, «More on the Greek-Spanish Dictionary», Historical, Indo-European and Lexicographical Studies. A Festschrift for L. Zgusta on the Occasion of his 70th Birthday, Trends in Linguistics. Studies and Monographs 90, Berlín - Nueva York 1997, pp.221-231. (vuelta al texto)
 
[8]
B. Langkavel, Botanik der späteren Griechen, Berlín 1866 [Amsterdan 1964]. (vuelta al texto)
 
[9]
R. Strömberg, Theophrastea, Gotemburgo, 1937; Griechischen Pflanzennamen, Gotemburgo, 1940; y Griechischen Wortstudien: Untersuchungen zur Benennung von Tieren, Pflanzen, Körperteilen und Krankheiten, Gotemburgo 1944. (vuelta al texto)
 
[10]
J. André, Lexique des termes de Botanique en Latin, París, 1956 y Notes de lexicographie botanique grecque, París 1958. (vuelta al texto)
 
[11]
A. Carnoy, Dictionnaire étymologique des noms grecs de plantes, Lovaina 1959. (vuelta al texto)
 
[12]
D'Arcy W. Thompson, Glossary of Greek Birds, Londres 1936 y A Glossary of Greek Fishes, Londres 1947. (vuelta al texto)
 
[13]
V. Bécares, Diccionario de terminología gramatical griega, Salamanca 1985. (vuelta al texto)

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